¿Quién me diría que la
persona que amé fuera la causante de que mi corazón se rompiera y mi cuerpo
muriera?
Ahí estaba yo, una mañana
cualquiera, esperando el autobús, cuando la vi. Nunca había sentido nada tan
intenso por una persona, incluso mis compañeros me consideraron como una persona insensible y fría, pero eso
a mí me daba igual. ¿Qué tenía que hablar la gente de mí? No me comprendían…
Su pelo era como una cascada
oscura, y sus ojos verdes era alegres, chispeantes. Su cuerpo, pequeño y menudo
en comparación con el mío, era delgado. Ese día iba con una preciosa falda de
tablas negra y una camisa gris. Aún me acuerdo de su sonrisa al hablar con las
amigas que iban a su lado. Era tan hermosa…
Los siguientes días que iba en el
bus, yo la observaba. No podía dejar de mirarla. Cualquier persona hubiera
dicho que sus amigas eran más guapas o con mejor cuerpo, pero yo solo tenía
ojos para ella. Su risa, su voz, su mirada verdosa, su pelo como terciopelo
negro… ¿Por qué esa chica?
Pasó un mes, y yo no podía
olvidarla. Sabía que era una locura, total, ¿quién se iba a fijar en una
persona que estaba en el bus hasta el punto de no pensar en nada más? Claro,
tenía que ser yo. Pero ocurrió, ella me miró. Noté como mis mejillas se teñían
de rojo, cosa que no ocurría a menudo. Ella me sonrió, una sonrisa amable… Creo
que ese fue uno de los días más felices que tuve en mi amargada vida. Yo, a mi
pesar, giré la cabeza. De reojo vi como me miraba, extrañada. Era mejor que me
olvidara de ella, ¿pero cómo?
Los siguientes días fueron
incómodos, pero a la vez satisfactorios. Nos dirigíamos miradas, sonrisas… no
creí que terminaría como terminó.
Al cabo de una semana después de
esa mirada, ella dejó a sus amigas en uno de esos viajes de autobús y se acercó
a mí. Ja… en ese momento no podía ser más feliz, pero era triste.
Los siguientes meses, ella me
hablaba, incluso quedamos fuera de ese trayecto de autobús y hablamos y
hablamos… Estaba decidido, era especial para mí, quería protegerla, quería todo
de ella.
Hasta que ese día llegó. Yo
estaba esperándola en una esquina de la calle donde habíamos quedado. Ese día
tenía pensado mostrarle mis sentimientos, no podía aguantar más esta falsa
amistad por mi parte, yo la quería. Vi como ella llegaba corriendo, cruzando a
toda prisa un paso de cebra.
En ese momento, yo la sonreí,
pero mi sonrisa era triste. Sabía que me la jugaba, que seguramente sus
sentimientos por ella no fueran correspondidos, pero tenía que intentarlo. Le
conté todo, desde el día que la vi hasta todas las noches que había soñado con
ella, todo hasta este día.
La respuesta no fue
satisfactoria. Ella se lo tomó a broma. Yo lo decía en serio. Le expliqué que
no era ninguna broma, que la amaba, que no era ninguna mentira. Ella, asustada,
huyó. Me imaginaba que sería así, pero no pude evitar que mi corazón sangrara.
Hasta que vi el coche.
Un coche iba a toda prisa, por lo
que supe después, era de un joven borracho. Iba embalado hacía el paso de cebra
por donde ella huía. Gracias a mi cuerpo, que era atlético, pude llegar y
empujarla para evitar que la atropellara, pero el golpe lo recibí yo.
Al cabo de una semana, desperté,
o eso fue lo que me contaron. Mi cuerpo estaba destrozado. Había perdido la
capacidad de andar, y solo podía mover un brazo, ya que el otro quedó
fracturado por tantas partes que no fue capaz de curarse. Aparte de eso, yo
estaba feliz, había conseguido salvarla, y esperaba con ansia que viniera a
visitarme con una sonrisa, con aquella sonrisa…
Pero no vino… No vino nunca… Mis
padres estaban en el límite. Mi madre se tenía que ocupar de mí todos los días,
y mi padre no paraba de trabajar para poder comprar mis medicinas y para
suplantar el trabajo de mi madre. Todo ese sufrimiento por ella…
Aun recuerdo sus últimas
palabras: “pero… ¿cómo vamos a ser pareja? ¡Si somos chicas!”
Toda mi vida fue arrebatada por
mi condición de mujer… por ser chica… por amar cuando no debía, por proteger
algo que nunca pude alcanzar… por un sueño.
Ahora me despido, siento que soy
una carga para mis padres. Tampoco tengo amigos o personas que me vayan a echar
de menos… Soy una solitaria, y voy a morir por intentar dejar de serlo, por
amar…
Dejo esta carta en este mundo
para que, quien la lea, vea la crueldad del mundo, de mi vida, y del
sufrimiento que causa el querer a alguien. Espero de verdad que nadie sufra lo
que yo sufrí, pues nadie debería de aguantar lo que yo aguante. Mamá, papá, sé
que no podréis perdonarme, pero mi vida después del accidente no tiene sentido,
espero que lo comprendáis.
Adios…
Bien, aqui esta, espero que os guste y espero comentarios ^^
Ya nee!